miércoles, 16 de septiembre de 2009

Felicidad y creatividad

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Felicidad y Creatividad (Mihaly Csikszentmihalyi)
Este artículo, publicado en la revista "The futurist" en Septiembre-Octubre de 1997, resume gran parte del pensamiento de este indispensable teórico de la creatividad.

Felicidad y Creatividad

Las personas creativas difieren las unas de las otras en muchos aspectos, pero en uno son unánimes: todas aman lo que hacen. No es la esperanza de lograr fama o riqueza lo que las conduce; en vez de eso, es la oportunidad de hacer el trabajo que ellas disfrutan haciendo lo que las guía. Debemos asumir que no es lo que ellos hacen lo que cuenta, sino que cómo lo hacen.

Programados para la creatividad

Cuando se le da una lista a la gente preguntándole acerca de la mejor descripción de lo que disfrutan hacer más, la respuesta más frecuentemente elegida es el “diseñar o descubrir algo nuevo”. Pero la evidencia sugiere que por lo menos hay un grupo de gente que disfrutaría descubriendo y creando sobre todo lo demás.
Debido a mutaciones aleatorias, algunos individuos han desarrollado un sistema nervioso en el cual el descubrimiento de novedades estimula los centros de placer en el cerebro. Probablemente somos los descendientes de ancestros que reconocieron la importancia de la novedad, protegieron a aquellos individuos que disfrutaban siendo creativos y aprendieron de ellos. Debido a que tenían con ellos a individuos que disfrutaban explorando e inventando, estaban mejor preparados para enfrentar las condiciones impredecibles que afectaban su supervivencia. Nosotros también compartimos la habilidad para disfrutar casi todo lo que hacemos y podemos crear y descubrir algo nuevo al hacerlo. Esta es la razón por la cual la creatividad es tan placentera, no importa donde tenga lugar.
Pero hay otra fuerza que nos motiva, y es más primitiva y más poderosa que la tendencia a crear: la fuerza de la entropía. Esta también es un mecanismo de supervivencia construido en nuestros genes por la evolución. Nos da placer cuando estamos cómodos, cuando estamos relajados, cuando podemos sentirnos bien sin gastar energía. Sin este regulador interno podríamos agotarnos fácilmente y no tener las suficientes reservas de fuerza, grasa corporal, o energía nerviosa para enfrentarnos a lo inesperado.
Todos nosotros somos atraídos entre estos dos sets opuestos de instrucciones programadas en el cerebro. En la mayoría de los individuos la entropía parece ser más fuerte, y disfrutan la comodidad más que el desafío del descubrimiento. Unos pocos son más reactivos a las recompensas del descubrimiento. A menos que haya la suficiente gente motivada por el placer que proviene del enfrentamiento de los desafíos, no hay evolución de la cultura, ni progreso en los pensamientos o sentimientos. Así que es importante entender mejor en qué consiste el placer y cómo la creatividad lo puede producir.

¿Qué es el placer?

Ciertas personas dedican muchas horas a la semana a su trabajo sin ninguna recompensa de dinero o fama. ¿Por qué continúan haciéndolo? Está claro al hablar con ellos que lo que los mantiene motivados es la calidad de la experiencia que sienten en ese momento. Este sentimiento a menudo incluye esfuerzos dolorosos, arriesgados, que presionan la capacidad de la persona, y también incluye un elemento de novedad y descubrimiento.
Yo llamo a esta experiencia "flujo", porque mucha gente –artistas, atletas, científicos, gente común y corriente- han descrito el sentimiento en palabras similares. El flujo es un estado de conciencia que consume poco esfuerzo aunque está altamente focalizado. Y las descripciones no varían mucho según cultura, género o edad.
En las entrevistas, la gente menciona repetidamente ciertos elementos clave en sus impresiones de esta experiencia placentera:

Hay metas claras en cada paso del camino: en el estado de flujo siempre sabemos lo que debemos hacer.

• Hay un feedback inmediato a las propias acciones: en un estado de flujo, sabemos lo bien que lo estamos haciendo. Mantener el flujo en el contexto de una sociedad indiferente puede ser difícil. Evidentemente, aquellos individuos que continúan haciendo un trabajo creativo son aquellos que pueden darse feedback a ellos mismos, sin tener que esperar recibirlo de los expertos.

• Hay un balance entre los desafíos y las habilidades: en el estado de flujo, sentimos que nuestras habilidades están bien ajustadas para las oportunidades de acción. En el día a día a veces sentimos que los desafíos son demasiado altos para nuestras habilidades o que nuestro potencial es mayor que las oportunidades para expresarlo.

• La acción y la conciencia están unidas: en la experiencia de cada día, nuestras mentes a menudo están separadas de lo que hacemos. En estado de flujo, nuestra concentración está enfocada en lo que hacemos. Una mente unificada es requerida para el ajuste cercano entre los desafíos y las destrezas, y se hace posible por la claridad de las metas y la constante disponibilidad de feedback.

• Las distracciones son excluidas de la conciencia: somos concientes sólo de lo que es relevante aquí y ahora. El flujo es el resultado de la concentración intensa en el presente, la cual nos alivia de los temores usuales que causan depresión y ansiedad en la vida diaria. Las distracciones interrumpen el flujo, y puede tomar horas recuperar la paz mental necesaria para continuar con el trabajo. Mientras más ambiciosa sea la tarea, más tiempo toma que uno se sumerja en ella, y más fácil es distraerse.

• No hay miedo al fracaso: en el estado de flujo, estamos demasiado envueltos como para estar preocupados por el fracaso. Sabemos lo que debe ser hecho, y nuestras destrezas están potencialmente adecuadas a nuestros desafíos. Si el desafío se vuelve muy grande, un sentimiento de frustración surge en vez de placer.

• La auto conciencia disminuye: en estado de flujo, estamos demasiado envueltos en lo que hacemos como para preocuparnos acerca de proteger el ego. Paradójicamente, el Yo se expande a través de actos de auto olvido.

• Se distorsiona el sentido del tiempo: generalmente, en el estado de flujo nos olvidamos del tiempo, y las horas pueden pasar en lo que parecen ser unos pocos minutos. O pasa lo contrario: a una figura del skate puede parecerle que una vuelta que sólo dura un segundo en tiempo real parece alargarse por mucho más. Nuestro sentido de cuánto tiempo pasa depende de qué estamos haciendo.

• La actividad se vuelve un fin en sí misma: mucho de lo que hacemos no es solamente por placer, sino que para lograr una meta. En muchos sentidos, el secreto para la felicidad es aprender a obtener el flujo de casi todo lo que hacemos, incluyendo el trabajo y las labores familiares. Si casi todo lo que hacemos vale la pena hacerlo por sí mismo, entonces no hay nada desperdiciado en la vida.


Flujo, felicidad, y el futuro.

¿Cuál es la relación entre flujo y felicidad?, es tentador concluir que los dos son la misma cosa; sin embargo, la conexión es más compleja. Cuando estamos en flujo, no siempre nos sentimos felices, porque sentimos sólo lo que es relevante para la actividad. La felicidad es una distracción. Es sólo cuando salimos del flujo, al salir de una sesión o en momentos de distracción, que podemos sentirnos felices.
A mayor flujo que experimentemos en la vida diaria, más probable es que nos sintamos felices en general. Desafortunadamente, mucha gente encuentra que los únicos desafíos a los que puede responder son la violencia, el juego, sexo desordenado, o drogas. Tales experiencias pueden ser placenteras, pero estos episodios de flujo no agregan un sentimiento de satisfacción y felicidad con el pasar del tiempo. El placer no conduce a la creatividad, sino que pronto deriva en adicción.
El vínculo entre el flujo y la felicidad depende de si la actividad productora de flujo es compleja, si conduce a nuevos desafíos y de esta manera al crecimiento personal y cultural.
El problema es que es más fácil encontrar placer en cosas que son más fáciles, en actividades como el sexo y la violencia que están ya programadas en nuestros genes. Es mucho más difícil aprender a disfrutar el hacer cosas que hemos descubierto recientemente en nuestra evolución –tales como manipular sistemas simbólicos a través de las matemáticas o componer música- y aprender acerca del mundo y nosotros mismos.
Las escuelas generalmente fallan en enseñar lo bella que puede ser la ciencia y las matemáticas; ellas enseñan la rutina de la literatura e historia en vez de la aventura.
Es en este sentido que los individuos creativos viven vidas ejemplares. Ellos muestran lo interesante y placentera que puede ser una actividad simbólica compleja.

Desarrollando tu creatividad y felicidad

Aquí se nombran unas cuantas sugerencias para incrementar tu creatividad y felicidad personal:

• Trata de sorprenderte por algo cada día.
• Trata de sorprender al menos a una persona cada día.
• Escribe cada día qué te sorprendió y cómo sorprendiste a los otros.
• Cuando algo te parezca interesante, síguelo.
• Reconoce que si haces cualquier cosa bien ésta se vuelve placentera.
• Para mantener el placer por algo incrementa su complejidad.
• Deja tiempo para la reflexión y relajación.
• Descubre qué te gusta y qué odias de la vida.
• Comienza a hacer más de lo que te gusta y menos de lo que odias.
• Descubre una forma de expresar lo que te mueve.

• Mira los problemas desde todos los puntos de vista posibles.
• Ten tantas ideas como sea posible.
• Trata de producir ideas originales.

Publicado por jesús vázquez


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Csikszentmihalyi, en su ya clásico libro Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad, nos muestra cómo la psicología, la filosofía y el humanismo se unen para responder a la pregunta fundamental: ¿qué es la felicidad?. El libro arranca del supuesto de que todo el mundo tiene, alguna vez, una “experiencia óptima“. Ahora se trata de reconocer sus características; se trata de potenciar este sentimiento de fuerza, control sin esfuerzo, rendimiento máximo, superación del ego…, cuando el mismo tiempo parece desaparecer, y con él los conflictos emocionales. Se trata, en fin, de aprender a ser creativos y alcanzar una genuina calidad de vida. Ese el secreto de la felicidad.

Se trata de enfocarse y expresarse a pleno en el flujo del instante.

Mihalyi Csikzentmihalyi ha definido el concepto de flow o flujo como un estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unas a otras sin pausa. Todo el ser está envuelto en esta actividad, y la persona utiliza sus destrezas y habilidades llevándolas hasta el extremo. La persona está en flow cuando se encuentra completamente absorbida (absorto, digo yo) por una actividad durante la cual pierde la noción del tiempo y experimenta una enorme satisfacción.

Casi cualquier clase de actividad puede producir un estado de fluidez con tal de que se den los elementos relevantes. Es posible mejorar la calidad de vida si nos aseguramos de que objetivos claros, retroalimentación inmediata, capacidades a la altura de las oportunidades de acción formen constantemente y lo más posible parte de la vida cotidiana.

Cuando fluimos no es que seamos felices, porque para experimentar la felicidad debemos centrarnos en nuestros estados internos, y esto distraería la atención de la tarea que tenemos entre manos. Sólo después de que se ha completado la tarea tenemos tiempo para mirar hacia atrás, considerar lo que sucedió, y es entonces cuando nos vemos inundados de gratitud por la plenitud de esa experiencia; es entonces cuando podemos afirmar que somos retrospectivamente felices. Pero no se puede ser feliz sin las experiencias de flujo.

Desmond Morris “Mihaly Csikszentmihalyi y el fluir de la felicidad”
Morris es autor del texto “La Naturaleza de la felicidad”

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“FLUIR, Una psicología de la felicidad” (Mihaly Csikszentmihalyi)
Sonsoles Castrillo Ramonell, ZUBIZARRETA CONSULTING, S.L.

¿Cuándo nos sentimos felices las personas? Esta es la pregunta que se intenta contestar desde la filosofía desde hace siglos. Pregunta sencilla de formular, cuya respuesta resulta algo más compleja. No en vano sigue siendo un tema que genera debates y multitud de opiniones para todos los gustos. Ya Aristóteles concluyó que lo que hombres y mujeres buscamos, por encima de todo, es la felicidad, y un dato importante:
la deseamos por sí misma, mientras que todas aquellas otras cosas que queremos conseguir y anhelamos, las queremos precisamente porque pensamos que nos van a ayudar a conseguir la ansiada meta de la felicidad. Queremos poder, dinero, salud, belleza, placer,…porque pensamos que así vamos a ser felices.
Y sobre este tema tan sencillo y complejo a la vez, intenta arrojar algo de luz “Fluir”, un libro de Mihaly Csikszentmihalyi, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Chicago, que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar desde la psicología este fenómeno.
El primer “descubrimiento” que comparte a través de su libro es que la felicidad no es algo que sucede o que pueda comprarse: no parece depender de los acontecimientos externos sino más bien de cómo los interpretamos. Por tanto, lo primero que tenemos que conseguir es el control sobre los contenidos de nuestra conciencia, sobre la interpretación que hacemos de lo que nos sucede. Y habla de que los mejores momentos de nuestra vida, lo que llama experiencia óptima, suceden cuando el cuerpo o la mente de una persona han llegado al límite, esforzándose por conseguir algo que valiera la pena. En otras palabras, una experiencia óptima es algo que hacemos que suceda, cuyo
elemento clave es que tiene un fin en sí misma, que se convierte en intrínsecamente gratificante.
En sus estudios ha intentado comprender cómo se sentían las personas cuando más disfrutaban y por qué, y ha elaborado una teoría basada en el concepto del flujo: ¿te has sentido alguna vez en un estado de concentración absorbente, en el que el tiempo deja de tener importancia, centrándote totalmente en la actividad, física o mental, que estás realizando, simplemente por el mero disfrute de hacerla? Entonces has experimentado el estado de flujo, sabes lo que es fluir. Y esto puede conseguirlo cada persona, en
distintos momentos, a través de distintas actividades, utilizando y aprendiendo a controlar sus recursos personales.
Llegados a este punto empiezan a surgir las preguntas y opiniones para el debate:
“Bueno, pero hay personas que parten de una mejor situación”; “Hay personas que están en muy malas condiciones”; “¡En algunas situaciones esto es imposible!”; “¿Y qué ocurre cuándo sufres una gran pérdida, por ejemplo? ¿Se puede ser feliz?”
A lo largo de las páginas de su libro, Mihaly Csikszentmihalyi presenta las conclusiones de sus estudios, que dan respuesta a éstas y otras preguntas, y arroja un poco de luz sobre el camino que tenemos que recorrer para alcanzar la felicidad. Y lo hace comenzando por explicarnos cómo funciona la conciencia y cómo se controla, enseñándonos cuales son las condiciones de la experiencia de flujo, haciendo un repaso a las actividades y al desarrollo de habilidades a través de las cuáles podemos experimentar el estado de flujo, nos da orientaciones sobre cómo transformar el trabajo en actividad de flujo (ya que le dedicamos gran parte de nuestro tiempo) y pistas sobre cómo conseguir que las relaciones con las personas que nos rodean sean más placenteras. También repasa las maneras en que las personas consiguen disfrutar de la
vida a pesar de la adversidad, y para finalizar describe cómo se consiguen unir todas las experiencias en un conjunto dotado de sentido. Todo esto lo hace a través de ejemplos que clarifican los conceptos y hacen amena la lectura.

En sus estudios ha descubierto dos cosas que le han llamado poderosamente la atención:
primero, lo parecida que era la descripción que realizaban las personas de las
actividades cuando iban especialmente bien, y lo segundo que personas de diferentes culturas, sexo, edad, nivel socioeconómico, … describían el disfrute de la misma manera, es decir, aunque las actividades que producen disfrute son diferentes, el cómo se sienten las personas al hacerlas y las razones por las que disfrutan de ellas comparten gran cantidad de similitudes.
Estas similitudes le han permitido identificar ocho componentes importantes del
disfrute, explicados en el libro, y que aparecen en mayor o menor medida cuando se experimenta el estado de flujo:
• Una actividad desafiante que requiere el desarrollo de habilidades para
realizarla.
• Combinar acción y conciencia, de forma que toda nuestra atención se vuelca en la realización de la actividad, sin espacio para atender a otros estímulos.
• Tener metas claras.
• Conseguir retroalimentación de lo que se va realizando relacionada con la
consecución de las metas.
• Concentración sobre la tarea actual, de manera que podemos olvidar todos los aspectos desagradables de nuestra vida mientras realizamos la tarea.
• Tener sensación de control sobre la tarea.
• La pérdida de la autoconciencia, experimentar una sensación de fundirse con el entorno, de armonía con el mundo.
• La transformación del tiempo, generalmente sintiendo que algo pasa mucho más rápido cuando en realidad han pasado horas, y a veces a la inversa, la sensación de que algo se prolonga en el tiempo cuando objetivamente ha llevado unos segundos.
Seguramente al lector o lectora de estas líneas le resultan familiares algunos de estos componentes y los ha experimentado en alguna ocasión. Precisamente en este libro se nos ofrecen algunas ideas que pueden orientarnos, sin ser un recetario, en nuestros esfuerzos por conseguir la felicidad. Una pista: como ya lo aconsejaba el oráculo de Delfos, “Conócete a ti mismo”, ya que el camino empieza ahí…

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La ciencia halla la clave de la felicidad
Las cosas sencillas dan más satisfacción. Mayor bienestar en jóvenes y en personas de 60 años.
Mónica Salomone
El País, de Madrid 2009

Madrid. Si es usted un escéptico que no cree en fórmulas mágicas para la felicidad; si la crisis lo deja sin dinero para regalos pero con tiempo para dedicar a otros; si entre sus objetivos para 2009 está el conseguir un ansiado bien material... lo que sigue podría interesarle.

Resulta que la búsqueda de la felicidad, del bienestar subjetivo, del sentimiento de satisfacción personal ya no es cosa de gurúes que dan consejos, sino que ha entrado de lleno en el ámbito de las ciencias si no exactas, sí experimentales. Y algunos de sus hallazgos sorprenden.

Muestran, por ejemplo, que hay más felicidad en el altruismo que en el hedonismo, y en dormir más cada día que en comprarse un coche nuevo. Se sabe que cada uno de nosotros tiene una felicidad basal dependiente de los propios genes, pero no por ello marcada a fuego: es posible manipularla... siempre que se descubran los mandos correctos.

Lo bueno del asunto es que entre quienes diseccionan la felicidad para buscar sus ingredientes hay economistas, sociólogos o psicólogos que publican sus trabajos en las revistas científicas de mayor impacto internacional. Sí, hay una búsqueda científica de la felicidad.

El estado de máxima felicidad tiene un nombre: flow, flujo, un concepto acuñado hace dos décadas por el psicólogo de origen húngaro afincado en Estados Unidos, Mihaly Csikszentmihalyi, y que hace referencia a la absorción total que experimenta desde quien se entrega por completo a una tarea intelectual hasta quien se sumerge en un videojuego.

La tristeza se estudia más. Desde 2006 hasta ahora la felicidad ha protagonizado más de 27.300 artículos científicos –aunque la tristeza aún gana, con más de 53 mil–. La Unión Europea acaba de financiar el proyecto Happiness (estudios sobre la felicidad), una investigación que durará tres años y analizará cómo influyen las condiciones ambientales –desde el clima y la polución a la disponibilidad de servicios educativos o de salud– en el bienestar subjetivo (sinónimo técnico de felicidad).

La directora del proyecto, Susana Ferreira, del University College en Dublín, espera que los resultados sean útiles para la toma de decisiones "de la clase política y para el público en general". Ferreira y el resto de investigadores son economistas.

Cómo se mide. ¿Cómo se mide la felicidad? Una primera respuesta parece obvia: preguntando a los principales interesados. Las prestigiosas encuestas del European Social Survey (ESS), que se hacen desde 2001, incluyen la pregunta: "¿Cómo es usted de feliz?". No son estudios frívolos. El ESS ha recibido el premio europeo Descartes por su alto rigor científico. El proyecto Happiness utilizará estos datos del ESS. Hay otras encuestas similares: el Eurobarómetro y sus equivalentes en otros continentes, o el World Values Survey (WVS), con datos de más de 50 países desde principios de los años 1980. Los resultados pintan el siguiente panorama.

En los países ricos se es más feliz que en los pobres. Pero superado un nivel mínimo de riqueza, dinero y felicidad se desacoplan: aunque la capacidad adquisitiva se multiplique, el bienestar apenas varía.

En cualquier caso, la foto que proporcionan las grandes encuestas es para muchos demasiado borrosa, así que tratan de afinar con investigaciones más precisas, a menor escala. Algunas dan resultados sobre edad y sexo. En general, hay coincidencia en que son más felices los jóvenes y los jubilados.

Un reciente estudio del Instituto Nacional de Estadística francés revela que, tras un bache en torno a los 40 años, la felicidad "remonta y alcanza su apogeo durante la sesentena", independientemente del estado civil o el nivel de ingresos. Y el pasado julio, investigadores estadounidenses analizaron décadas de datos antes de concluir que, de jóvenes, las mujeres se declaran más felices, pero hacia los 48 años las damas cambian y son ellos quienes se sienten más satisfechos con sus vidas.

En general, hay acuerdo en que estos trabajos muestran que la felicidad se correlaciona con "beneficios tangibles en muchos ámbitos de la vida". Entre ellos: más probabilidades de estar casado y menos de divorciarse; más amigos y mayor soporte social; más creatividad y productividad en un trabajo de más calidad y bien pagado; más actividad y energía vital; mejor salud mental y física; capacidad de autocontrol; e incluso más longevidad. Además, la gente feliz no es egoísta; la literatura sugiere que tienden a ser relativamente más cooperativos, caritativos y centrados en los demás.

martes, 15 de septiembre de 2009

Inteligencia emocional

Cómo desarrollar la inteligencia emocional o encontrar la vía

"Lo emocional" juega un rol preponderante en el logro de objetivos. "Una persona puede ser muy inteligente, pero 'desbordarse' desde lo anímico no le permitirá alcanzar sus propósitos", explicó una profesional a Infobae.com el 26/08/09

Hasta no hace muchos años se creía que el Coeficiente Intelectual (CI) era un indicador de la inteligencia (y que ésta podía ser cuantificable). Así, las personas que tendrían un CI alto eran quienes ocuparían puestos de trabajos importantes, bien remunerados y por lo tanto tendrían asegurado cierto éxito en sus vidas.

Con el correr de los años y evolución del conocimiento se descubrió que ese coeficiente sólo contribuye un 20% de los factores que determinan éxito en la vida y que las personas más brillantes pueden hundirse en los peligros de las emociones desbordadas e impulsos incontrolables.

Pero ¿qué es la inteligencia emocional? ¿Todos podemos desarrollarla? Con el objetivo de saber más acerca de cómo controlar las emociones y "enfocarlas" a la consecución de los objetivos (sean éstos personales, laborales o profesionales) Infobae.com entrevistó a la licenciada Ofelia Salgueiro (MN 33.700).

¿Qué es la inteligencia emocional?

La Inteligencia Emocional (IE) es la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los otros .

La IE es aquella que nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, tanto las nuestras como la de los otros, a su vez permite tolerar las presiones y frustraciones e incrementar nuestra capacidad de empatía y habilidades sociales.

La IE está conformada por la inteligencia intrapersonal e interpersonal .

La inteligencia intrapersonal "es la vuelta hacia el interior", la capacidad de formar un modelo realista de uno mismo y ser capaz de usar ese modelo para operar eficazmente en la vida. La clave del autoconocimiento incluye el acceso a los propios sentimientos, a la capacidad de distinguirlos y recurrir a ellos para guiar la conducta , así como también es el conocimiento de nuestra personalidad, de cómo pensamos y actuamos frente a los estímulos de la vida cotidiana.

Y la inteligencia interpersonal es tener capacidad para el liderazgo, cultivar relaciones, resolver conflictos, destreza social, comprender a los demás, responder adecuadamente al humor, motivaciones y deseos de los demás .

¿Cómo se la puede desarrollar?

* Es importante observar modelos adecuados que podamos imitar, ampliar la red social y cultivar las amistades que nos permitan desarrollar habilidades sociales.

* Integrar grupos sobre alguna actividad que nos guste, por ejemplo, teatro, grupo deportivo, debates, etc. Darse cuenta qué nos decimos negativamente a nosotros mismos y contestar a esos mensajes de una manera positiva.

* Desarrollar distintas habilidades que nos den confianza. Aportar alguna capacidad propia a un trabajo grupal.

* Estar en el aquí y ahora. Vivir el presente. Enfocarnos en las tareas y que nuestros pensamientos negativos no nos distraigan de nuestros objetivos.

* Describir cualidades positivas de uno mismo nos permite incrementar la autoestima.

* Establecer objetivos cortos y concretos de fácil alcance. Autoevaluar nuestras conductas y modificar aquellas que nos son útiles.

¿Cuáles son los beneficios de su desarrollo? ¿Por qué sería necesario desarrollarla?
Trae muchos beneficios, como adquirir recursos para automotivarse, persistir frente a las decepciones, aprender a controlar el impulso, demorar la gratificación, regular el sentido del humor, evitar que los problemas disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía .

Esto lleva a mejorar notablemente la calidad de vida. Es necesario desarrollar la IE para prevenir enfermedades, adicciones, depresiones, ansiedad, fobias, agresividad, falta de sentido de vida, baja autoestima .

¿Qué "plus" tiene una persona con su inteligencia emocional desarrollada por sobre una que no?
Una persona puede ser muy inteligente y eficiente en un área de su vida pero sin embargo manejar muy mal otros aspectos.

Una persona que tiene desarrollada su IE es una persona sana, equilibrada, que tiene armonía en varios ordenes de su vida . El aprender a manejar nuestras emociones nos ayuda a tomar decisiones asertivas en momentos oportunos.

¿En qué aspectos de la vida diaria se observan los resultados?
Los resultados se observan en varias áreas de la persona, por ejemplo en el trabajo nos permite tolerar las presiones, tener automotivación, confianza en uno mismo, mejorar las relaciones con nuestro jefe, nuestros pares y subordinados. Resolver conflictos entre otros.

En el área pareja, nos ayuda a comunicarnos adecuadamente, comprender al otro, darnos cuenta de lo que siente y lo que necesita y también poder pedir adecuadamente lo que uno necesita.

En el área familia mejorar la relación con nuestros hijos, esposo y padres, mejorar la comunicación, lograr intimidad y un adecuado intercambio de caricias. En el área tiempo libre, nos ayuda a poder disfrutar, conectarnos con el placer la alegría, hacernos amigos y sostener la amistad a lo largo de la vida.

Lo ideal es que desde niños ya empecemos a desarrollar estas habilidades con la ayuda de nuestra familia y del colegio. Sería ideal que en los colegios haya gente especializada en enseñar recursos para que logremos nuestros objetivos y que nos ayuden a vivir de una manera positiva.

¿Todos pueden desarrollarla?

Sí, y en cualquier etapa de la vida uno puede desarrollar la IE. Cuando uno nace trae consigo recursos y potencialidades que por diversos motivos uno a veces no sabe que los tiene o no sabe cómo utilizarlos, todos nacemos potencialmente inteligentes para desarrollar capacidades. Nunca es tarde para aprender

Hoy contamos con una gran cantidad de técnicas innovadoras de fácil aplicación y aprendizaje que permiten el fácil desarrollo de la inteligencia emocional.